El fin de los imperios tras la Primera Guerra Mundial trajo la restauración del Estado polaco un 11 de septiembre de 1918. El primer objetivo será el difícil engarce de las viejas provincias, y la defensa de las nuevas fronteras. Józef Piłsudski como nuevo Jefe de Estado y el compositor Ignazy Paderewski como primer ministro se encontraron al frente de un país por reconstruir. A principios de 1920 Wincenty Witos, líder del partido Campesino fue el nuevo primer ministro.
Durante ese periodo, los bolcheviques se habían alzado con el poder en Rusia en octubre de 1917 y habían firmado la paz con Alemania. Lenin primero aplastó a los ejércitos blancos y luego preparó la expansión internacional de la revolución. La Alemania derrotada, con una enorme población obrera, sin recursos y en la miseria ofrecía una oportunidad única para extender la revolución al corazón de Europa. Entretanto la retirada de los ejércitos alemanes en el oriente europeo favoreció el nacimiento de nuevas repúblicas. El 14 de febrero de 1920 Lenin tomaba la orden de atacar Polonia, y creaba el frente del oeste. El comandante bolchevique será un brillante antiguo oficial del ejército imperial, Mijaíl Nikoláievich Tujachevski, de ademanes aristocráticos, que contrastaba con uno de sus más famosos subordinados Semión Mijáilovich Budionny, comandante del Primer Ejército de Caballería Roja, situado en Ucrania, quien había cultivado la imagen de horda salvaje para sus hombres, arrasando propiedades, violando mujeres y torturando a sacerdotes y oficiales con crueldad.
Józef Piłsudski firmó con Simon Petliura, líder ucraniano, el tratado de Varsovia el 21 de abril de 1920, que confirmaba el apoyo militar polaco a cambio del reconocimiento ucraniano de la frontera. El 25 de abril se inició la ofensiva y el 6 de mayo entraron en la ciudad de Kiev. Sin embargo, la contraofensiva bolchevique obligó a una retirada total que llevó a los bolcheviques hasta el Vístula. El 23 de julio Lenin organizo el Comité Revolucionario Polaco. Ese mismo día Lenin planteó la idea a Stalin, comisario en el frente sudoeste, de iniciar desde Hungría una línea de avance hacia una Italia que sufría intensas revueltas. No obstante, Polonia estaba devastada materialmente pero no espiritualmente, Piłsudski organizó el patriotismo y la Iglesia levantó la moral. El nuncio papal, el cardenal Achille Ratti (futuro Pío XI), y un oficial de la misión francesa, Charles de Gaulle, fueron testigos de lo que iba a acontecer. El 15 de agosto, día de la asunción de la Virgen María, las tropas polacas atacaron el flanco del ejército bolchevique destrozando sus vanguardias, era “el Milagro del Vístula”. Las fuerzas bolcheviques fueron expulsadas, firmándose la paz en Riga el 18 de marzo de 1921. Polonia había salvado a Europa de una de sus peores pesadillas.
José Luis Orella MartínezHistoriador. Profesor titular de la Universidad CEU-San Pablo