El Reino de Polonia que, desde el año 1569 formaba una confederación junto con el Gran Ducado de Lituania, es conocido también como la Mancomunidad de las Dos Naciones. En el apogeo de su poder, a principios del siglo XVII, la Mancomunidad era el mayor país de la Europa católica.
Entre las características más interesantes de su sistema político, destacan la elección del monarca por la nobleza y, además, un papel decisivo del Parlamento, elegido de entre los nobles, el único estamento privilegiado que poseía derechos políticos. La Mancomunidad tenía un enorme número de la nobleza cuya cantidad se estimaba entre el 6 y 8 por ciento de la población. Así pues, le fueron concedidos varios privilegios como la libertad personal o la eximición de impuestos. Asimismo, la nobleza gozaba de un poder dominante sobre el campesinado asentado en sus latifundios. Los campesinos solamente poseían derechos limitados: estaban obligados a trabajar desde 3 hasta 6 días a la semana en la finca, propiedad de sus patrones, y no podían marcharse sin el consentimiento del amo. La debilidad de los burgueses fue otro problema específico de la sociedad de la Mancomunidad. Las ciudades eran pequeñas y solo algunas, en el siglo XVIII, contaban con una población de más de 10 mil habitantes cuyos derechos políticos estaban limitados únicamente a sus órganos representativos locales.
La decadencia de la Mancomunidad de las Dos Naciones inició a mediados del siglo XVII. Una serie de guerras devastadoras (1648-1721) significó algo mucho peor que solamente la pérdida de territorios. El país quedó arruinado y la población diezmada. La nobleza media, núcleo del sistema político, se debilitó y empezó a ser dominada por los magnates. Además, cambió la cultura política y, como consecuencia, se estableció la doctrina de la estricta unanimidad (liberum veto) en la tramitación parlamentaria. El uso excesivo de la doctrina de liberum veto suponía la paralización del parlamento en la primera mitad del siglo XVIII y, en resultado, la Mancomunidad gradualmenteiba cayendo en la anarquía.
La situación comenzó a cambiar después de la elección de Estanislao II Augusto Poniatowski como el Rey. Se introdujo una serie de reformas, no obstante, todo acabó en la intervención rusa y se produjo la primera partición de Polonia entre Rusia, Prusia y Austria (1772). El siguiente intento, con el fin de sanar el sistema político y guardar la independencia, fue realizado durante las actas de la Gran Dieta (Sejm Wielki) (1788-1792). La situación internacional parecía ser propicia: Rusia había entrado en guerra con Turquía y Suecia, Austria también había declarado guerra al Imperio otomano, mientras que Prusia estaba formalmente en alianza con la Mancomunidad.
Los proyectos de reformas fueron debatidos y elaborados por un grupo reducido compuesto, entre otros, por el rey y el mariscal de la Gran Dieta. Finalmente, el 3 de mayo de 1791, el Parlamento aprobó el Estatuto de Gobierno. Hoy en día, dicha norma es mejor conocida como la Constitución del 3 de Mayo, aunque ésta no era su denominación oficial.
La constitución consta de once artículos, algunos de ellos muy extensos. El primer artículo concedió la libertad universal de religión, aunque limitada, quedando prohibida la conversión del catolicismo a cualquier otra fe. Los siguientes tres artículos, trataban el sistema social, manteniendo, por un lado, la sociedad estamental con una posición dominante de la nobleza y, por otro lado, privando a los no poseedores (gołota) de los derechos políticos al excluirlos de las asambleas locales. En lo que atañía a la burguesía, la constitución implementó las resoluciones de la llamada Ley de Municipios aprobada un mes antes. En ella se le otorgaba: un mejor acceso al ejército y a los cargos públicos, el privilegio de la inmunidad personal o el derecho a adquirir tierras. En cuestión de los derechos políticos, la burguesía consiguió sólo una pequeña concesión: los plenipotenciarios de las grandes ciudades podían partcipar en las sesiones parlamentarias, sin embargo, con una posibilidad limitada de actividad. La situación de los campesinos cambió muy poco, puesto que la constitución alentó a los propietarios de la tierra a hacer acuerdos voluntarios con los aldeanos, prometiéndoles a la vez una protección por parte de las autoridades estatales.
El sistema político se basaba en ideas formuladas por el pensamiento político de la Ilustración. El artículo 5 señalaba que todo poder emana de la voluntad de la nación. El poder estaba dividido en tres ramas: legislativa, ejecutiva y judicial. El poder legislativo fue ejercido por el Parlamento que constaba de dos cámaras tradicionales: el Senado y la Cámara de Diputados. Todas las decisiones del parlamento se adoptaban por mayoría de los votos y el liberum veto quedó prohibido. El poder ejecutivo se repartía entre el Rey y los Guardianes de la Ley. La constitución introdujo una monarquía hereditaria y designó al Elector de Sajonia, Federico Augusto III, como el sucesor de Estanislao Augusto, que no tenía descendientes. Los actos del rey necesitaban ser refrendados por uno de los ministros, o sea, miembro de los Guardianes de la Ley. Los ministros eran nombrados por el rey y se mostraban responsables políticamente de sus actos. El poder judicial correspondía a los tribunales ligeramente reformados que conservaron su carácter estamental.
La Constitución del 3 de Mayo no duró mucho tiempo. Los países vecinos, aterrorizados por la visión de una revolución que se iba extendiendo, actuaron rápidamente. Rusia, usando como pretexto un grito de la oposición pro rusa que había formado la Confederación de Targowica, inició la intervención militar, mientras que Prusia se retiró de la alianza. Estanislao Augusto capituló ante el abrumador ejército ruso. La constitución fue declarada nula y, asimismo, Rusia y Prusia tomaron la decisión sobre la segunda partición de la Mancomunidad. Este hecho provocó un levantamiento y, en consecuencia, pronto se llevó a cabo la tercera, y la última, partición. La Mancomunidad de las Dos Naciones dejó de existir. No obstante, el importante papel de la constitución fue mucho mayor que su corta vida podría indicar. Todo eso fue ampliamente comentado en el extranjero y, también, traducido al francés y al inglés aún en el año 1791. En Polonia, la constitución se transformó en uno de los símbolos de la lucha por recuperar independencia.