por prof. Timothy Snyder, historiador

La creación de «Solidaridad» es uno de los hechos más importantes en Polonia y en el mundo a finales del siglo XX; un evento que cambió la esencia del sistema leninista. Previamente, el partido comunista tenía el monopolio del poder. Esto cambió cuando apareció «Solidaridad»: se formó una generación de activistas, que posteriormente se sentaron a negociar en la Mesa Redonda, y llegaron a jugar un papel clave en la Polonia democrática. Sin los Acuerdos de Agosto y el nacimiento de «Solidaridad», no habrían tenido lugar las elecciones del 4 de junio de 1989.

El hecho de que el 31 de agosto de 1980 se legalizara la existencia de «Solidaridad» fue muy significativo por tres razones. Primero, fue una señal de que el comunismo no es eterno. Anteriormente, este sistema parecía insuperable, ni siquiera se concebía una alternativa al mismo. En segundo lugar, «Solidaridad» mostró que había nacido una nueva Polonia de posguerra. Que no solo existe un estado comunista, sino también una sociedad polaca que no se identifica con él. En tercer lugar, «Solidaridad» demostró que en Polonia existía una sociedad civil que realmente debatía sobre sus valores y las posibles vías de desarrollo. Gracias a “Solidaridad” dicho debate se hizo posible.

En Polonia, las sucesivas generaciones de activistas de la oposición aprendieron de las anteriores, de las que protestaron antes. Tales experiencias constituyen un capital muy valioso en una situación donde la cooperación y la creación de vínculos son cruciales. Las huelgas en sí mismas no son solo una protesta, también son una forma de construir un nuevo movimiento, crear nuevas estructuras. Esto fue lo más importante en agosto de 1980 en el Astillero de Gdańsk. Las huelgas no deben verse solo como una revuelta contra el régimen comunista. También fue un ejemplo de pensamiento a largo plazo, una construcción de un movimiento.

La caída del comunismo es también una consecuencia de las políticas seguidas por Mijaíl Gorbachov. El líder soviético claramente no entendía hasta qué punto el imperio externo era una parte integral de todo el sistema.

Hoy, los rusos cuestionan a Gorbachov por las decisiones que tomó a finales de los años ochenta. Pero esta crítica es exagerada. Sí, cometió errores tácticos, pero su concepto político fue un experimento muy audaz. Presentó la esencia del mismo a Erich Honecker, el líder comunista de la República Democrática Alemana, a quien hizo partícipe de su idea: permitir que cada país del bloque socialista eligiera su propio camino de desarrollo. Fue, sin duda, un paso histórico muy importante.

Esto resultó ser un error táctico porque ya había activistas en Polonia preparados para aprovechar de inmediato las oportunidades que se presentaron. Por otro lado, las autoridades comunistas, de acuerdo con las pautas de Gorbachov, tenían que negociar con “alguien”, y en Polonia tenían a este “alguien”. Así comenzó el proceso que condujo al desmantelamiento del comunismo.

Los países de Europa Central se beneficiaron ampliamente de lo que supuso la caída del comunismo. Con una salvedad: en el curso de las transformaciones se perdió el legado del pensamiento político que nació en las décadas de 1970 y 1980. Desde 1989, se introdujeron esquemas de acción más simples, reduciendo la política a cuestiones meramente económicas. No se reflexionó sobre lo que significaba el libre mercado, creyendo que solucionaría todos los problemas. Pero eso no es así. No se debe olvidar la política al introducir soluciones de libre mercado. Esto faltó en los años 90. Tanto Polonia como otros países de la región se olvidaron de algo tan simple como la solidaridad. 1989 no habría sucedido sin el movimiento “Solidaridad”, pero también sin la solidaridad entre pueblos que más tarde se dejó de lado. La falta de una reflexión profunda y seria sobre los cambios que trajeron los años 90 todavía perdura.

El texto se publica simultáneamente en la revista mensual polaca «Wszystko Co Najważniejsze«.