Los bailes populares de Polonia

Los bailes populares de Polonia

Mediante el término “baile popular” solemos referirnos habitualmente a lo que en realidad corresponde al concepto de “danza folclórica”. La noción de baile popular abarca además las diferentes creaciones que surgen en la actualidad como resultado de transformación de las danzas folclóricas por artistas contemporáneos.
Las danzas folclóricas (es decir, los bailes tradicionales del mundo rural de antaño) forman un componente característico de la cultura popular, relacionado con la música, el canto, lo lúdico y las festividades. La danza folclórica, en tanto que una manifestación de la creatividad artística del pueblo, constituye un valioso documento de la historia de las culturas autóctonas. A lo largo de la historia la danza ha desempeñado múltiples funciones. En primer lugar, las danzas formaban parte de los antiguos ritos, ya que su origen se remonta a las acciones mágicas relacionadas con las antiguas creencias. Por otra parte, el baile popular desempeñaba también una función social, sobre todo la de cohesionar las comunidades locales, brindando al grupo  una oportunidad para alcanzar la unión a través del movimiento. Además de estas dos funciones de la danza, de importancia clave, no debemos olvidar su faceta como actividad lúdica y entretenimiento.
El baile popular refleja de un modo muy evidente la mentalidad y los rasgos típicos del carácter  de los habitantes de una región determinada: su fantasía, humor y vitalidad, o, por el contrario, su seriedad, moderación a la hora de expresar los sentimientos y prudencia. Asimismo, ejercían su influencia en el baile las condiciones de vida, el tipo de trabajo realizado por los miembros de la comunidad e incluso el tipo de suelo existente en la región. Debido precisamente a que el baile esté tan fuertemente determinado por el tipo de cultura, las danzas folclóricas del antiguo medio rural polaco formaban repertorios tradicionales, de un alcance geográfico claramente delimitado. Así, la gran variedad existente a escala regional y provincial en Polonia dio como consecuencia una gran diversidad y riqueza de las danzas folclóricas polacas. Determinadas formas de danza están presentes en todo el territorio nacional, si bien con variedades diferenciadas, como ocurre con la polka, danza que se interpreta en parejas, en compás binario, con un característico paso alternado con el que las parejas giran alrededor de su propio eje, normalmente dibujando a la vez círculos en el espacio. La forma básica de la polka es, en principio, uniforme en todo el país; no obstante, las numerosas variantes locales de pasos y figuras, así como el modo de su ejecución, han dado lugar a infinitas variedades de esta danza, que en ocasiones resulta incluso difícil de relacionar con su forma original. Asimismo resulta curioso que el nombre de “polka” no derive del origen polaco de esta danza: con toda probabilidad, ésta sea de procedencia checa (si bien en la actualidad no hay certeza respecto a este punto). Según una de las teorías, el nombre de este baile, tan popular antaño, fuera probablemente una expresión del apoyo brindado por diversos país al levantamiento de Polonia contra la ocupación rusa en 1831, la llamada Insurrección de Noviembre.
Además de determinadas danzas presentes en todo el territorio nacional, como es  el caso de polka, cada región posee sus actividades lúdicas y bailes propios, desconocidos en otras zonas, cuya pluralidad bien merece un estudio individualizado de cada región.

DANZAS NACIONALES
Por otra parte, en Polonia se aprecia claramente la influencia que ejercieron los círculos de la nobleza y la corte en las danzas folclóricas. Simultáneamente, este fenómeno se producía también en el sentido inverso: los bailes de los campesinos penetraban en la cultura de las capas superiores de la sociedad. Un nexo particularmente fuerte entre estos dos tipos opuestos de cultura surgió en la época de Romanticismo, período de fascinación con el folclore y la vida rural. Los bailes y la música campestres fueron objeto de imitación y adaptación, fenómeno que dio lugar a unas variedades transformadas que se extendieron posteriormente por toda Polonia. Así surgieron las llamadas danzas nacionales, cuyo grupo está formado por la polonesa, la mazurca, el krakowiak, el oberek y el kujawiak. Ésta es pues la segunda vertiente de la danza tradicional polaca, que no proviene directamente del mundo rural. Aclaremos también que el calificativo de “nacional” referido a estas danzas no designa en este caso relación alguna con el nacionalismo, sino que expresa su pertenencia al conjunto de la nación, a todas sus capas sociales.

Polonesa
La polonesa, la más antigua y noble de entre las danzas nacionales polacas, consiste en un desfile lento y rítmico, en pie ternario (3/4), en el que numerosas parejas avanzan en fila una tras otra. Cada bailarín conduce atento a su acompañante, que se encuentra a su derecha.
El paso de polonesa, que consiste en tres pasos a ritmo de negra por cada compás, resulta muy diferente de nuestro modo habitual de andar. El primer paso de cada serie de tres, propia de la polonesa y sincronizada con el compás ternario de la música, coincide con la primera negra de cada compás, alternándose el pie en los sucesivos compases. Antes de dar este paso, se flexiona ligeramente y con naturalidad la rodilla (coincidiendo con la “y” antes del “un” de cada compás), desplazando el peso de la pierna que inicia el movimiento. Seguidamente se ejecutan dos pasos algo más cortos, también de negra, dotando al movimiento corporal de un carácter majestuoso.
La polonesa es una danza solemne, con la que se solían abrir los bailes, desde los importantes hasta los más modestos. El guía del baile anunciaba en voz alta las sucesivas figuras, enriqueciéndose su ejecución con saludos mutuos, cambios de mano, pasos de bailarín por delante de la bailarina o a su derecha. La polonesa alcanzó en un momento tal popularidad, que en toda Europa se iniciaban con ella los bailes.

Krakowiak
Esta danza, originaria de la región de Cracovia, había existido bajo diversos  nombres antes de recibir definitivamente la denominación de “krakowiak”. A decir verdad, no hay región en Polonia donde el krakowiak no se conozca y no se interprete en diversas ocasiones, sin bien el modo de su ejecución varía localmente. Se trata de una danza que solía bailarse con motivo de festividades, acompañada de una música animosa y canto.
El krakowiak se ejecuta en compás binario, con un ritmo sincopado, tan característico de esta danza, acompañándose el  baile de breves estribillos vocales en solo y de un triple zapateo, que cierra habitualmente cada frase musical. Son rasgos distintivos de esta danza la simetría y una estructura en dos partes, así como el hecho de ejecutarse siempre en grupo, encabezado por la pareja-guía, a la que siguen las restantes. El krakowiak suele iniciarse con un estribillo vocal antes de comenzar el baile, que seguidamente pasa a interpretar la orquesta.
El movimiento del krakowiak se caracteriza por su vitalidad, rapidez, ligereza y elasticidad.

Mazurca
La mazurca es una danza en pie ternario, de tempo bastante uniforme, originaria con toda probabilidad de la región de Mazovia, que le da nombre.
Uno de los rasgos distintivos de la mazurca es su frase musical de dos compases (más raramente de tres). Una característica importante de la mazurca consiste en una articulación variable: cuando se marcan el primer y el tercer tiempo, la danza cobra vivacidad, aproximándose al oberek. Si por el contrario se acentúa el tiempo débil del compás, la mazurca se asemeja al kujawiak. La enorme variedad de figuras y arreglos espaciales, junto con el tempo rápido de la mazurca exigen gran destreza de ejecución, circunstancia que convierte esta danza en un alarde de agilidad y temperamento masculinos, así como de elegancia, gracia y encanto femeninos. La línea melódica de la mazurca es inquieta, con motivos fuertemente subrayados y dibujados. Se trata indudablemente de la más difícil de las danzas polacas y que mayor habilidad exige a los bailarines.
La mazurca –danza que hace rememorar el esplendor y la opulencia de la antigua Polonia– se popularizó en el territorio nacional y en Europa en la época napoleónica, gracias a los oficiales de las legiones polacas, adquiriendo especial fama la Mazurca de Dąbrowski, el himno nacional de Polonia.

Oberek
Oberek es una danza rápida de compás ternario, normalmente de 3/8 o 6/8, a ritmo de mazurca. El nombre de oberek proviene del verbo polaco “obracać”, que significa “girar”, dado que la danza consiste precisamente en giros rápidos ejecutados por las parejas, bien sin cambiar de posición bien desplazándose en movimiento giratorio en diversas direcciones.
El paso básico de oberek consiste en tres pisadas (pasos) ejecutadas sucesivamente, de igual valor rítmico (corcheas), por cada compás. La danza se hacía acompañar con frecuencia de cantos, palmas y zapateo. La mujer realiza siempre el paso básico, mientras que el hombre incorpora a su interpretación algunas pisadas más marcadas, zapateo, movimientos en cuclillas y saltos.

Kujawiak
El kujawiak –romántico, melancólico y tranquilo– desciende de las danzas nupciales de la región de Kujawy. Una melodía emotiva y lírica, de compás ternario, dota a la danza de un aire galante. Su paso consiste principalmente en un andar pausado y giros, subrayándose los acentos musicales con un zapateo más marcado. El paso básico del kujawiak es triple (se ejecutan tres pasos de baile por compás). Los bailarines andan a ritmo de corcheas, con las piernas ligeramente flexionadas. Al final del baile el ritmo se aproxima al de la mazurca, si bien su expresión es diferente debido al tempo lento del baile. Las melodías de kujawiak, basadas con frecuencia en tonalidades menores, suelen generar una cierta sensación de tristeza.
Las danzas nacionales se han convertido en un factor de diferenciación cultural muy importante. Particularmente en Polonia este hecho tuvo una relevancia enorme, llevando a la formación de un grupo de danzas nacionales que se han convertido en un símbolo de la identidad nacional. Todas ellas en su conjunto y cada una individualmente, nos hablan de la nación polaca: la polonesa simboliza el orgullo y la dignidad; el krakowiak, la valentía; la mazurca,  la fantasía; el kujawiak, el sentimentalismo y el romanticismo; el oberek, la impetuosidad y hasta una cierta locura. Las danzas nacionales se convirtieron en una manifestación del patriotismo, interpretándose a la vez como una forma de ocio.
En numerosas ocasiones, las danzas nacionales han servido de inspiración a los grandes músicos polacos: Henryk Wieniawski, Karol Szymanowski, Ignacy Paderewski y otros. Sin embargo, el ejemplo más destacado de dicha inspiración se encuentra en las composiciones de Fryderyk Chopin, basadas en melodías de polonesas, krakowiak o mazurcas, que expresan la añoranza de la patria de un artista apartado de su tierra natal. El gran compositor fue el primero en introducir a gran escala en la música europea el material procedente del folclore musical polaco, muy diferente de las composiciones basadas en la escala diatónica mayor o menor, que representaba la norma de aquella época, heredada de la tradición de la música clásica. Chopin, quien conocía la música popular desde niño, se mostraba muy receptivo ante cualquier manifestación del folclore nacional. Le gustaba recurrir a las arcaicas escalas folclóricas, así como a los sonidos característicos de esta variedad de música; fue también un maestro de la estilización.

LA DANZA FOLCLÓRICA EN LA ACTUALIDAD
Al igual que sucede con otras manifestaciones del folclore, la danza folclórica ha experimentado un proceso de cambio continuo, quedando prácticamente neutralizada en la segunda mitad del siglo XX, indudablemente debido a los contactos cada vez más estrechos entre la ciudad y el mundo rural. En primer lugar, la danza ha sido despojada de su simbolismo ritual y significado mágico. A pesar de ello, los bailes folclóricos, profundamente enraizados en la tradición, asumieron el papel de formas culturales provistas de una importante función social. Posteriormente, la danza se vio reducida a un entretenimiento desprovisto de un significado más profundo, reduciéndose considerablemente su relevancia social. Finalmente, el repertorio rural tradicional se ha visto desplazado por los bailes impuestos por la moda europea. Hoy en día las danzas folclóricas no solo –salvo escasas excepciones– están dejando de ejecutarse, sino que podríamos afirmar con toda seguridad que quienes aún lo hacen son sus últimos intérpretes.

Conjuntos folclóricos
En la actualidad, las danzas folclóricas forman parte del repertorio de diversos tipos de conjuntos, que se describen a continuación:
l) los conjuntos regionales auténticos, que interpretan las danzas folclóricas de una zona muy reducida, normalmente tan solo de su propia aldea. Un rasgo característico de estos conjuntos es su sencillez y naturalidad, así como el empleo de coreografías poco complejas, siendo habitualmente formados por bailarines sin formación, que han decidido conscientemente cultivar el acervo cultural de su pequeña patria;
2) los conjuntos de aficionados, que presentan el folclore estilizado de diferentes regiones, así como las danzas nacionales. Éstos representan un punto de equilibrio entre las otras dos categorías extremas. Se nutren de su folclore local, así como del de otras regiones de Polonia, transformándolo oportunamente con el fin de adaptarlo a las exigencias escénicas.
3) los conjuntos profesionales, con un repertorio muy amplio y profundamente elaborado. Su programa resulta muy alejado de las formas auténticas y ofrece espectáculos que, sin bien están inspirados en el folclore, se encuentran en realidad más próximos a la danza clásica, donde el lugar de la orquesta de pueblo está ocupado por una orquesta sinfónica y el sencillo canto rural se ve reemplazado por un coro polifónico. En Polonia existen en la actualidad dos conjuntos de estas características: «Mazowsze» y «Śląsk».
Su programa escénico abarca generalmente un conjunto variado de danzas, y con frecuencia incluye también folclore vocal y oral, que se combinan con el baile en un contexto más amplio. Al espectador se le ofrece una representación de un fragmento de la vida o determinados acontecimientos del mundo rural: la ceremonia de la cofia de novia, la fiesta del carnaval o de la cosecha, de selección de plumón, etc.
En la época caracterizada por una cultura de masas y un estilo de vida enfocado al consumo, los conjuntos folclóricos no escapan a sus normas. Ello afecta, claro está, al programa que presentan al público, que es objeto de una continua comercialización. Por otra parte, en los círculos artísticos predomina la tendencia a representar el folclore lo más fielmente posible y con la máxima autenticidad, rasgo que se convierte con frecuencia en un indicador de la calidad del grupo y motivo de orgullo.

Torneos de Danzas Polacas
Además de las actividades “clásicas” de los conjuntos folclóricos, en 1994 surgió un fenómeno nuevo, que desde entonces acompaña al movimiento artístico amateur en Polonia. Son los llamados torneos de danzas polacas: competiciones de baile en los que las parejas concursantes lucen sus habilidades interpretando diversas danzas nacionales. Se trata de bailes que en el pasado se habían extendido entre las diversas capas de la sociedad, por lo han dado en llamarse danzas nacionales polacas. Parejas de niños, jóvenes y adultos interpretan dichas danzas en el parquet, luciendo vestimenta de salón en lugar de la folclórica, si bien con cada vez más frecuencia se introducen elementos que aluden a trajes regionales.

Baile de integración

Desde hace años la danza proporciona un medio de integración de personas discapacitadas física y mentalmente. El movimiento rítmico al son de una melodía, ejecutado en un grupo de integración, es decir, en compañía de personas no discapacitadas, constituye una de las fórmulas más interesantes de rehabilitación de discapacitados. Pueden bailar tanto personas aquejadas de discapacidad motriz como los invidentes, sordos o discapacitados intelectuales. A pesar de que Polonia se encuentra en la actualidad en la vanguardia mundial del baile de salón en silla de ruedas, la terapia de otras formas de discapacidad a través del baile de integración todavía no está en nuestro país tan popular ni valorada como lo está en algunos otros países europeos. El baile de integración se ha ganado reconocimiento como una actividad de rehabilitación perfecta, que combina la terapia con el juego y ofrece una fuente de alegría y satisfacción, así como una vía de integración con el mundo de los no discapacitados. Dentro de esta corriente en Europa adquieren cada vez más protagonismo también las danzas tradicionales y nacionales.
En noviembre de 2004 por iniciativa de Jadwiga Banaś se fundó en Polonia el primer Club de Integración a través de las Danzas Polacas para niños y jóvenes. Se trata de un grupo en el cual niños con discapacidad motriz bailan con niños no discapacitados, bailarines del Conjunto Folclórico Infantil “Cepelia – Poznań”. Los espectáculos ofrecidos por el Club siempre conmueven y despiertan la admiración del público.

Casas de baile
En los últimos años el movimiento a favor de la conservación de las danzas  tradicionales ha adquirido una dimensión nueva con la aparición de unas instituciones especializadas que intentan revitalizar dichas danzas en el contexto de la cultura contemporánea. Se trata de las llamadas “casas de bailes”, que se remiten a la tradición de las “Táncház” húngaras, un movimiento que se desarrolló en los años 60 del siglo pasado. Las Casas de Baile facilitan a los habitantes de las grandes urbes un encuentro con la cultura tradicional y un contacto en vivo y en directo con ésta, permitiendo incluso la coparticipación –a través de la danza, el canto y el aprendizaje de diversos instrumentos musicales– en la cultura tradicional, ofreciendo al mismo tiempo un espacio donde los artistas pueden presentar su arte. El aprendizaje de la danza, el canto y el manejo de instrumentos musicales no se realizan con la ayuda de monitores, sino a través de la participación en talleres y juegos dirigidos por los propios artistas, dedicándose una atención especial a la presentación de los instrumentos en vías de extinción, tales como la gaita, la flauta polaca, el acordeón, el bajo cincelado o la lira de manivela.
Las Casas de Baile indudablemente deben considerarse un fenómeno importante de la cultura contemporánea. Representan uno de los intentos más exitosos de revitalización de la danza folclórica, y a pesar de que su actividad se concentra en los grandes núcleos urbanos y en las metrópolis, su forma resulta muy cercana a la tradicional: a través del baile un grupo experimenta la llamada “acción de danza”, a pesar de que ésta se desarrolle en un contexto de la cultura industrializada y comercializada de la gran urbe. De esta manera dicho movimiento contribuye a suavizar las tensiones entre la tradición nacional heredada y la cultura universal en proceso de formación.

Bibliografía seleccionada:
Różne formy tańców polskich [Las diversas formas de danza polaca], edit. I. Ostrowska, COMUK, Warszawa 1980
Dąbrowska G., Taniec w polskiej tradycji. [La danza en la tradición polaca], Leksykon, Warszawa 2005/2006
Dąbrowska G., W kręgu polskich tańców ludowych [En torno a las danzas folclóricas polacas], Toruń 1979

Autora:
Katarzyna Hełpa–Liszkowska, natural de Poznań, es licenciada de Estudios Etnológicos y Antropología Cultural por la Universidad Adam Mickiewicz, posee también título de postgrado en Gestión Cultural (Escuela Superior de Habilidades Sociales de Poznań).
Es instructora diplomada de baile folclórico y coreógrafa.
A lo largo de varios años fue relacionada con el Grupo Folclórico Cepelia-Poznań, que es donde se inicia su carrera como instructora de baile. Ha colaborado con una multitud de grupos folclóricos y centros culturales de toda Polonia, desempeñando funciones como coreógrafa y profesora de danza.
En su carrera destaca asimismo la labor educativa (talleres, conferencias, charlas) sobre el baile folclórico, bailes nacionales y la cultura tradicional polaca en general. Cooperaba con distintas instituciones, tanto a nivel nacional como internacional, como por ejemplo con el Instituto Polaco de Cultura de Viena o el Instituto Fryderyk Chopin de Basilea, con las que trabajaba sobre proyectos que difundían la herencia cultural de Polonia.
Actualmente, escribe su tesis doctoral sobre la influencia de la cultura sobre los fenómenos y el desarrollo económicos.