Entre los actos de vandalismo, especialmente vergonzosos por parte bielorrusa, se encuentran la destrucción, con el uso de maquinaria pesada de construcción, de un monumento conmemorativo y un lugar de enterramiento de soldados del Ejército Nacional (Armia Krajowa – AK) en Mikuliszki, y la devastación de lápidas y la profanación de los restos de soldados del AK en Jodkiewicze.
Se estima que solo en junio y julio han sido destruidos, al menos, 9 lugares de conmemoración de polacos caídos durante la Segunda Guerra Mundial, principalmente en la región de Grodno que antes de la IIGM estaba en los límites de Polonia y donde hasta hoy en día vive una importante minoría polaca. Esta deplorable acción continúa, ya que hace pocos días fue destruido otro cementerio de 35 soldados polacos en el pueblo de Surkonty. Estos actos, algunos de ellos perpetrados por “autores desconocidos”, se inscriben en la propaganda oficial bielorrusa que califica a los miembros de la resistencia polaca antinazi y anticomunista de “bandidos y degenerados’, en un intento de falsificar la historia y fomentar el odio nacionalista para fortalecer el régimen autoritario de Aleksandr Lukashenko.
Fot. © Anna Pustuł